jueves, 27 de enero de 2011

noves versions

Normalment els contes clàssics estan molt be, porten refranys, fantasia, etc. però avui dia aquests contes s'han renovat, s'han fet noves versiones, segones parts, etc. tan per petit per adults. Trobo que es un recurs molt interessant ja que renoven la literatura i mantenen vives aquelles histories. A continuació os en deixo dues que he trobat molt interessants:


Cenicienta tiene un mal sueño


Y la cenicienta se probó el zapato de cristal y su pie encajó perfectamente. Y se casaron fueron felices y comieron perdices, y colorín Colorado este cuento...
Pero este cuento no ha acabado. Resulta que la cenicienta no le gustaban las perdices, pero tenía que cocinarlas constantemente porque era la comida preferida del príncipe.
La cenicienta intentaba cocinarlas de todas las maneras posibles pero no siempre eran del agrado del principio, y éste se lo reprochaba. Además siempre tenía que llevar zapatos de cristal, que eran de tacón. La Cenicienta, subida todo el día en esos zapatos, sentía mucho dolor de espaldas. Y entre eso, y estar cocinando perdices todo el día, cada vez se sentía más cansada. Su amado no era como ella había soñado. Más bien al revés. La insultaba y la menospreciaba, la obligaba a ir con los tacones, le decía lo fea que estaba sin ellos y lo mala que estaba la comida.
Cada vez estaba más triste, y se preguntaba qué le estaba pasando, porque príncipe no era como lo había esperado siempre. ¿Sería por culpa de ella?
La cenicienta intentaba agradarle siempre, aunque le doliera la espalda y el alma, pero cuando no podía más se quitaba los zapatos y andaba descalza, pero siempre a escondidas del príncipe y sintiéndose culpable.
Así pasaron muchos años en los que el dolor y la tristeza invadieron del todo a Cenicienta, pues el príncipe cada vez la trataba peor.
Cuando se sentía muy mal intentaba acudir a alguien para que la consolara, pero nadie la comprendía, o le decían: tu ligar está al lado del príncipe.
Poco a poco dejó de quejarse, porque no valía la pena, y se fue quedando sola.
En su soledad se fue dando cuenta de su realidad. De que el príncipe la estaba maltratando y que ella no tenía la culpa de lo que estaba pasando.
Ella solo quería hacer feliz al príncipe. Pero éste no iba a cambiar nunca, por muchas perdices que le cocinara o muy bonita que se pusiera.
Su príncipe azul se había convertido en su ogro. No había sido ese el sueño que tenía en la casa donde vivía de niña cuando creía que un príncipe la salvaría.
Ahora, después de tantos años de sufrimiento se dio cuenta que la única que la podía salvar era ella misma.
Pero también sabía que necesitaba ayuda, así que por segunda vez en su vida invocó a la Hada. La Hada apareció enseguida y la abrazó y consoló durante horas. En esas horas la Cenicienta lloró y lloró todo lo que no hacía años. Y cuando acabo era como si se le hubiera vaciado el alma de todas sus penes y ahora tuviera que empezar a llenarla de coses bonitas.
Y la Cenicienta lo consiguió. Dejó los tacones y las perdices y se hizo cocinera vegetariana. Y ahora está trabajando con otras mujeres como ella: Blanca Nieves y la Bella Durmiente que ya habían despertado, Caperucita, que había dejado al cazador por violento, la Ratita Presumida, que había cambiado su lazo por autoestima. Y entre todas decidieron cambiar sus papeles en los cuentos y empezar uno nuevo.

Caperucita versión lobo


El bosque era mi hogar. Yo vivía allí y me gustaba mucho. Siempre trataba de mantenerlo ordenado y limpio.
Un día soleado, mientras estaba recogiendo las basuras dejadas por unos turistas sentí pasos. Me escondí detrás de un árbol y vi venir una niña vestida en una forma muy divertida: toda de rojo y su cabeza cubierta, como si no quisieran que la vean. Andaba feliz y comenzó a cortar las flores de nuestro bosque, sin pedir permiso a nadie, quizás ni se le ocurrió que estas flores no le pertenecían. Naturalmente, me puse a investigar. Le pregunte quien era, de donde venia, a donde iba, a lo que ella me contesto, cantando y bailando, que iba a casa de su abuelita con una canasta para el almuerzo.
Me pareció una persona honesta, pero estaba en mi bosque cortando flores. De repente, sin ningún remordimiento, mató a un mosquito que volaba libremente, pues también el bosque era para el. Así que decidí darle una lección y enseñarle lo serio que es meterse en el bosque sin anunciarse antes y comenzar a maltratar a sus habitantes.
La dejé seguir su camino y corrí a la casa de la abuelita. Cuando llegue me abrió la puerta una simpática viejecita, le expliqué la situación. Y ella estuvo de acuerdo en que su nieta merecía una lección. La abuelita aceptó permanecer fuera de la vista hasta que yo la llamara y se escondió debajo de la cama.
Cuando llegó la niña la invite a entrar al dormitorio donde yo estaba acostado vestido con la ropa de la abuelita. La niña llegó sonrojada, y me dijo algo desagradable acerca de mis grandes orejas. He sido insultado antes, así que traté de ser amable y le dije que mis grandes orejas eran par oírla mejor.
Ahora bien me agradaba la niña y traté de prestarle atención, pero ella hizo otra observación insultante acerca de mis ojos saltones. Ustedes comprenderán que empecé a sentirme enojado. La niña tenía bonita apariencia pero empezaba a serme antipática. Sin embargo pensé que debía poner la otra mejilla y le dije que mis ojos me ayudaban para verla mejor. Pero su siguiente insulto sí me encolerizo. Siempre he tenido problemas con mis grandes y feos dientes y esa niña hizo un comentario realmente grosero.
Se que debí haberme controlado pero salté de la cama y le gruñí, enseñándole toda mi dentadura y diciéndole que eran así de grande para comerla mejor. Ahora, piensen Uds.: ningún lobo puede comerse a una niña. Todo el mundo lo sabe. Pero esa niña empezó a correr por toda la habitación gritando y yo corría atrás de ella tratando de calmarla. Como tenía puesta la ropa de la abuelita y me molestaba para correr, me la quité pero fue mucho peor. La niña gritó aun más. De repente la puerta se abrió y apareció un leñador con un hacha enorme y afilada. Yo lo mire y comprendí que corría peligro así que salté por la ventana y escapé.
Me gustaría decirles que este es el final del cuento, pero desgraciadamente no es así. La abuelita jamás contó mi parte de la historia y no pasó mucho tiempo sin que se corriera la voz que yo era un lobo malo y peligroso. Todo el mundo comenzó a evitarme.
No se que le pasaría a esa niña antipática y vestida en forma tan rara, pero si les puedo decir que yo nunca pude contar mi versión. Ahora Ustedes ya lo saben.

Espero que os agradin!

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